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Capitulo IV Burceña , las escuelas, la fuente romana, bolos y algo de fiestas

Situada en el valle que esta entre los montes del Ordunte y los de Sierra Salvada cruza por su centro el rió Ordunte, tiene tres barrios, Sobreviñas, La Llosa y el Campo. La parte de monte desde el rió a Sierra Salvada la conocemos por El Páramo y la que da desde el rió al Ordunte El Monte, de las primeras cosas que aprendíamos de niños esta estaba entre ellas ya que nuestros padres nos mandaban a pastar las vacas al Páramo o al Monte según el día y el tiempo en el que hubiesen estado pastando en determinadas praderas o campas.
Burceña define su término municipal entre Hornes. Campillo, Sierra Salvada, Taranco, la Ribera y los Montes de Ordunte que nos separan de Vizcaya y Santander; según llegabas desde Hornes por la carretera hoy asfaltada y que se construyo sobre la vieja calzada, la primera casa del pueblo era la de Gregorio Ortiz, luego el antiguo molino del que aun quedan restos, la casa de Antonio García, la de Jimena Maza, la de Victoriano Alonso (Pió), Gaspar, Luis Ortiz, Emilio Maza (Manolo y Toya), la de mi abuelo materno Ángel García, la nuestra, la de Pedro Andino y Maria y así hasta veintinueve vecinos entre aquellos tres barrios.
En el Campo estaba la escuela del Patronato, la Iglesia y después de esta el cementerio donde un poco antes de este sale la carretera a la Llosa.
En el barrio de Sobreviñas estuvo la primera escuela y allí aprendieron creo mis padres y abuelos de mis bisabuelos y tatarabuelos no se con certeza donde estudiaron pero lo que siempre tuvimos a gala en mi casa es que todos ellos sabían leer, escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir, geometría historia y algo de catecismo, siempre admire de pequeño la letra de mi padre, clara, precisa y algo inclinada ; a la inglesa la llamaba el maestro; posteriormente a esta escuela construyeron la de El Patronato, la cual fundo D. Francisco Ruiz de la Arena y López que era familia nuestra.
Esta escuela amplia con los techos muy altos gracias a lo cual pasábamos frió en ella en invierno ya que la antigua estufa no tenia calor suficiente para calentar el aula, disponía de una buena casa junto a ella en la que alojaba el maestro, por la parte delantera disponíamos de un soportal donde resguardarnos en caso de lluvia el cual se apoyaba en una columna que dos chavales unidas nuestras manos no podíamos abrazar completamente, creo que aquella columna formo parte del antiguo ayuntamiento que en Burceña hubo; leí hace tiempo que Burceña fue famosa en el valle por sus frutales, peras sobre todo, y varias herrerías donde gracias a las aguas del Ordunte se templaban utensilios de labranza que se usaban en todo el Valle; debajo de este soportal existía un banco corrido de piedra formado por otra gran columna del antiguo ayuntamiento situada horizontalmente sobre el suelo, en ella Pedrito Ortiz y yo mismo estuvimos tumbados en alguna que otra ocasión sangrando por las rodillas o las narices gracias a nuestras constantes peleas y encontronazos.
De la escuela que os cuento ya no queda nada en la actualidad es lo que llamamos un morocal nadie ha reclamado nada de la misma pero yo pienso que se debería devolver al pueblo o resucitar aquella fundación que como os dije D. Francisco Ruiz de la Arena dejo capital en su patronato para su sustento, el de los edificios colindantes, los salarios del maestro y los libros, cuadernos, lapiceros tinta y plumines; gracias a aquella fundación aprendimos las primeras letras y muchos de nuestros conocimientos de la niñez muchos de los chavales del pueblo entre los que estaban la mayoría de los componentes de la familia a la que pertenezco.
Por extraño que os parezca a parte de esta escuela en el pueblo se construyo durante la Republica sustituyendo a la vieja escuela nacional de Sobreviñas otra mucho mas grande; hoy también abandonada y convertida en un gran chalet; de esta forma un pequeño pueblo del Valle de Mena con no mas de treinta vecinos y cincuenta chavales en total entre chicos y chicas probablemente mantendría la tasa de escolaridad mas alta de la provincia de Burgos cuando yo era un niño. En estas escuelas estudiábamos hasta los catorce años y cuando habíamos sobrepasado esta edad el maestro de la del Patronazgo daba clases gratuitas por la noche de las materias más necesarias a los que se lo pedían.
Pasadas las escuelas se encontraba en La Llosa la ultima casa del pueblo, propiedad de D. Manuel Torre, junto a esta casa y casi metida ya dentro del castañal cercano había una antigua fuente, que los maestros databan de tiempos romanos, su forma recordaba a una tumba con una gran losa en el fondo rodeada por otras cuatro perpendiculares a ella y una mas pequeña que cubría la misma para impedir el crecimiento de la maleza cercana, toda ella se encontraba situada en un terrero como dije antes cercano al antiguo castañal; Cualquiera que conozca un poco el Valle sabrá que la variedad y cantidad de árboles que en el se encuentran es enorme pero lo que pocos conocen es el motivo de tanta variedad, la razón proviene de unas normas que creo del siglo XVII donde se obligaba a todos los vecinos del valle tener huerto propio y a plantar al menos cinco árboles al año bien en sus terrenos o en los terrenos municipales, en el caso de plantar los árboles en un terreno del municipio los árboles plantados y lo que estos producían eran propiedad del que los plantaba, nosotros durante años tanto mis padres como mis abuelos plantaron muchos nogales y castaños, recuerdo alguno cerca del puente y también por el camino a las Torcas. Posteriormente y por motivo de la papelera de Aranguren se empezaron a plantar pinos y chopos, nosotros lo hicimos en las fincas de La Riera, pinos y Los Prados, chopos y cuando los vendimos conseguimos buenas "perras", con el tiempo en la finca de Los Prados que es mia por herencia de mi padre, alguno de los chopos talados volvió a retoñar y creo que allí sigue creciendo.
En los pueblos de los valles del norte de España y por lo tanto en Burceña siempre han existido dos fuentes claras para la subsistencia de sus habitantes los montes y el ganado, los montes siempre han estado amenazados por los incendios y en mis tiempos de niño el ganado lo era por los lobos, las vacas que llamábamos de monte las teníamos en el Ordunte, ya que allí se criaban durante casi todo el año, bajando solo a los prados y establos del pueblo solo cuando las grandes nevadas impedían que pudiesen comer tanto los pastos como los brotes de los árboles, algo parecido ocurría con los caballos; recuerdo una vez ver como atacaban los lobos a la yeguada que pacía en el Ordunte los potros se escondían dentro del circulo que formaban las hembras y estas se defendían a coses del asedio, el macho siempre permanecía fuera del circulo hostigando a los lobos desde fuera; en cambio las ovejas que también criábamos en estos montes no tenían tanta suerte, por eso por la noche había que meterlas en los corrales, en ocasiones alguna se perdía y esta se convertía en presa fácil para los depredadores, los mas ricos del pueblo tenían un pastor que cuidaba del rebaño todo el año, ordeñándolas y preparando el queso que se curaba durante el invierno, aquellos quesos de sabor y aroma intenso que nuestras madres y abuelas guardaban en las fresqueras de las despensas o en la cocina baja que era donde antaño curábamos los jamones, chorizos y pancetas procedentes de la matanza.
Donde hay ganadería por lógica también hay prados y en Burceña estos eran muy abundantes ya que las faldas de los montes donde crecían brezos y argumas se roturaban, esta era, sacar hasta las raíces de estos arbustos para evitar que retoñasen las cuales quemábamos en montones cuyos restos servirían de abono, que después de igualar el terreno sembramos con la semilla que quedaba en los payos.
De niños ya nos dedicábamos para ayudar a nuestros padres a estas tareas en base a lo que nuestras fuerzas nos permitían aunque a mi lo que mas me impresionaba era la destreza de nuestros mayores a la hora de talar las subastas de la madera de los montes, hayas y robles caían sin cesar en base al sabio uso que se hacia de hachas y tronzadores, recuerdo la fuerza y habilidad de las manos de mi padre Marcelino y sus robustas muñecas del doble de tamaño que las mías con las cuales levantaba troncos y sacas de mas de cien kilos como si fueran plumas. Estas subastas tanto de madera como de carbón eran acarreadas por las parejas de bueyes hasta la estación de Nava a cinco kilómetros de distancia o hasta donde llegaban los camiones; el que más se dedicaba a ello era Luis Ortiz Ezquerra que solía tener las mejores parejas.
Las casas de Burceña no tenían cuartos de baño ni agua corriente, así que las necesidades las solucionábamos en la cuadra o a la orilla del rió, la luz era por medio de candiles de petróleo, carburos y velas las cuales fabricaban, los que tenían colmenas entre ellos nosotros, una vez obtenida la miel de los panales, cortábamos la cera , hervíamos, filtrábamos y la dejábamos enfriar en agua con lo cual la cera libre de impurezas subía a la superficie, separada el agua de la cera y calentando de nuevo esta íbamos por medio de repetidas inmersiones formando las velas al rodear esta cera caliente a la mecha.
Los aperos del campo en un principio y para su arrastre eran el arado y trapa mas tarde vino el brabán y la tragacilla , entre los manuales la azada, el azadón, caco, rastrillos y el machaca terrones; este consistía en una maza de madera formada por un tronco no muy grueso con un palo como mango, la trapa elimino esta herramienta; luego la trincha plana, la curva con la que de niño me atravesé un pie desde su base hasta el empeine y que utilizábamos para voltear el estiércol de las cuadras, para cortar las hiervas el dayo muy fuerte y ancho aunque con la guadaña que era mas ligera que este se avanzaba mas a la hora de cortar los trigales, el orcón en forma de i griega para voltear la hierva y que se seque en toda su superficie, los rastrillos y la trincha plana y con largo mango para cargar los carros en época de siega los cuales iban a la trilla que en el caso de Burceña disponía de varios trillos uno grande y pesado que se utilizaba cuando lo arrastraban las parejas de bueyes y otros mas ligeros que utilizábamos con las yeguas, una vez separado el cereal y con ayuda de orcas, palas y escobas llenábamos los sabanos para el transporte de la paja. Para moler el grano ya fuese trigo, maíz o incluso habas, había que llevarlo a Villasana, Vallejo , Villasuso o Nava allí tenían los tíos Pilar y Santiago el molino, en general todos los molineros tenían muy buenos burros que se llevaban el grano y luego lo devolvían separado en harina la cual traían en sacos de algodón y el salvado, los molineros se quedaban por su trabajo con una cuartillo de la harina obtenida al moler el grano y un poco mas por cernerlo, cuando lo llevábamos nosotros el que lo cernía era yo, me gustaba manejar la manivela del cedazo. Alguien pensara que el cuartillo es la medida del cuartillo de vino pero esta medida se obtenía de un cajón confeccionado con madera sin tapa con el cual se media el grano al igual que la fanega, la media fanega y el celemín que era la medida superior al cuartillo. Los molineros en la época de siega trabajaban de día y de noche Vivian para y por el grano que vendían y los cerdos que criaban los cuales siempre solían tener mas tocino que el resto; en aquellos tiempos el tocino era muy importante ya que con el en los pueblos se condimentaban las comidas ya sea con la grasa del propio tocino, la manteca y el sebo que de el provienen.
El deporte o juego principal del pueblo eran los pasa bolo, consistía en una cureña de madera algo acanalada de unos cuatro o cinco metros de larga y unas cincuenta centímetros de ancha donde sobre unos cuadrados metálicos se colocaban los bolos, se tiraba con bolas de madera grandes o pequeñas según la fuerza y habilidad del tirador y que tenían dos hendiduras una para introducir el dedo pulgar y otra en forma de media luna para los dedos restantes, las bolas se lanzaban desde dos metros antes del comienzo de la cureña y ganaba aquel que lanzase el bolo mas lejos, jugamos por equipos de dos o mas y el que perdía pagaba las bebidas, en el pueblo había buenos equipos que competían en ocasiones con otros de Santander y Vizcaya cruzando El Ordunte, para ellos todas las distancias eran cortas para eso de jugar y ganar en ocasiones.
Los domingos en las fiestas del pueblo, los Mártires y San Román, traían música de chirimía , tambor y bombo con platillos, las chicas salían a bailar en parejas, luego los chicas también por parejas las pedían baile y si ellas querían se separaban y bailaban cada una con cada uno de ellos, recuerdo también que en las romerías existía la costumbre de el baile antes de cenar después de el cual a los forasteros se les repartía por las casas como invitados a la cena y después de la misma seguía el baile hasta la madrugada, muchas bodas salieron de esta costumbre al poder conocer novia y familia al futuro pretendiente de una forma distendida.
Como ya dije antes la estación de tren mas cercana a Burceña era la de Nava a unos cinco kilómetros en dirección a Bilbao, allí teníamos los hospitales y médicos especialistas a parte de los comercios donde todo en general era bastante mas barato. Burceña pertenecía al juzgado de paz de Villasana aunque el de primera instancia se encontraba en Balmaseda provincia de Vizcaya y los superiores estaban ya en Bilbao, en algunas ocasiones el Valle de Mena quiso anexionarse a Vizcaya aunque nunca se pudo realizar y en estos momentos los juzgados están en Villasana, Villarcayo y Burgos no como antes donde pertenecíamos Judicialmente a Vizcaya, Territorialmente a Burgos y Eclesiásticamente a Santander como la mayoría de los habitantes del valle y según me comentaron en el Departamento de Hematologia de Madrid hace unos años que me hicieron unos análisis solemos tener ascendencia en parte de Los Urales y en parte Castellana , aunque yo por encima de todo me considero español.

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